Crónicas (Ex)Germánicas
Como bien comentaba El Capitán, hace poco en este blog, somos demasiados los que guardamos silencio aunque tenemos mucho a decir. Bastantes veces la excusa es buscar mejor momento, lugar o acompañamiento (de bravas y sangría, principalmente), y postergamos comunicar nuestras reflexiones al resto. Desde mi última entrada en el blog, muchas cosas han ocurrido, y he preferido comentarlas en persona con quienes más aprecio, ya que desde entonces he pasado por muchas situaciones, algunas difíciles de entender para los que no me conocen bien. Hoy no añadiré nada a lo ya dicho, todos ya sabéis a estas alturas lo que pasó, el por qué cada mañana espero el bus en Matias Perelló, y no en Weisenauer Weg. Pasando página, siempre olvidamos que la vida es un continuo, y por ello no es posible establecer una frontera. Solamente sentimos aquel momento, en el que nos dimos cuenta de que algo había cambiado. Y los últimos meses han sido plenos de esas sensaciones. Hace meses, acudí a ver una película donde me reunía, una vez por semana, para ver cine alemán gratis. La excepción fue una película francesa, "Les Poupées Russes", segunda parte menos conocida de otra película de Cédric Klapisch. Comentando la película más tarde, comprendí por qué a mi me había gustado y al resto no, trataba bastantes temas que solo a mi me resultaban propios. Observando al resto de la gente, veo en sus caras la misma expresión que me refleja el espejo, leo los periódicos y me sigo maravillando del mundo donde vivo. Hay frustración e incertidumbre, pero no vemos el nacimiento de un futuro diferente, solo el dolor del parto. Hace tiempo, en una fría mañana, una sonrisa me saludaba por penúltima vez en una transitada parada de bus. Un hecho sencillo, que hacía que todo hasta ese momento hubiese valido la pena, y el reto de enfrentarse al mañana lo fuera a ser también.
1 Comments:
llegan un poco atrasadas esas cronicas y estan llenas de nostalgia, pero valen de todas formas.
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